Anita Behn, académica de la Universidad Austral de Chile, viajó junto a su equipo desde Valdivia para realizar el seminario “La producción de ecotipos de lúpulo y su proyección en nuevas aplicaciones”en la Escuela de Alimentos PUCV. La investigadora explicó que «el lúpulo es una planta que se adapta mucho al ambiente en que se encuentra. Hemos encontrado a través de análisis genéticos que hubo una micro evolución a través de estos doscientos años que ha estado la planta en Chile y se ha ido adaptando a nuestras condiciones a modo de sobrevivencia , dándole un carácter que morfológicamente y fenotípicamente es distinto a las variedades ancestrales conocidas tanto europeas como americana».
Producción de ecotipos de lúpulo
La producción de ecotipos de lúpulo busca dar un valor cultural y de producción al lúpulo nacional, que tuvo diversos orígenes, pero que terminó adaptándose al territorio local. Lúpulos Chile y Lúpulos Hueimen son algunas de las empresas que ya han comenzado a producir en forma comercial estos ecotipos en la Región de Los Ríos y los han puesto a disposición de los cerveceros .
¿En qué territorio han realizado estos estudios?
«El estudio lo iniciamos en la Región de Los Ríos y ahora nos estamos expandiendo porque sabemos que los lúpulos que llegaron a la Región de Los Ríos son provenientes de colonos alemanes, muy probablemente en 1850. Desde ahí han estado en la región, pero sin duda pueden haber llegado de otros países que formarían estos ecotipos nacionales.»
En busca de nuevas aplicaciones para el lúpulo
¿Cuáles son las posibles aplicaciones de este nuevo tipo de lúpulo?
«Nosotros sabemos que casi el 98% de la producción de lúpulo se utiliza para la cervecería. Sin embargo, hemos empezado a estudiar los componentes específicos que tiene el lúpulo y que no necesariamente pasan en forma completa a la cerveza y se han encontrado muchos componentes que tienen un efecto positivo como anisolítico e incluso como anticancerígeno, lo que le da un valor tanto medicinal como en el área de la cosmética o de la alimentación, por lo que este lúpulo se podría utilizar en una gama mucho más amplia de productos más allá de la cervecería».
Una sinergia positiva y de alcance nacional
¿Cómo evalúa el vínculo que se ha generado con la Escuela de Alimentos PUCV?
«Creo que el trabajo en equipo es sumamente importante. Cada uno desde su expertis puede aportar y complementar creando una sinergia positiva. Eso es lo que yo veo en nuestra relación entre la Universidad Austral y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso: Podemos crear sinergías y avanzar en forma nacional hacia el desarrollo de proyectos en conjunto que pueden aportar al desarrollo de la cerveza nacional o artesanal nacional, a los productores de lúpulos y potenciar muchas otras áreas como el turismo, que va íntimamente ligado con la cervecería. Creo que es muy enriquecedor. Sin duda nos mueve el mismo objetivo que es aportar a nuestras regiones y a nuestro país ciencia que se pueda aplicar, vincular a la empresa y aportar al desarrollo económico nacional. El proyecto FIC 1917, que vinimos presentar, es el paso anterior a encontrar una colaboración a través de proyectos para poder trabajar conjuntamente.»