El pasado 13 de mayo, la Facultad de Ciencias Agronómicas y de los Alimentos llevó a cabo su tradicional elección de decano para el periodo 2021-2024, resultando elegida la académica de la Escuela de Agronomía, Doctora Ximena Besoain Canales. La docente además se convertirá en la primera mujer en desempeñarse como máxima autoridad de esta Facultad, que incluye a la Escuela Agronomía y a la Escuela de Alimentos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Ximena Besoain es Ingeniería Agrónoma, Magíster en Ciencias Agropecuarias y Doctora en Fitopatología. Ha ejercido como profesora de la Escuela de Agronomía casi por 34 años, alcanzando la titularidad el año 1997. Es parte del equipo de profesores que ha contribuido a la formación de varias generaciones de ingenieros agrónomos PUCV y ha aportado a la investigación científica del más alto nivel con la publicación de numerosos artículos en el área de la Sanidad Vegetal y la Fitopatología.
La académica también dirige el Laboratorio de Fitopatología de la Escuela de Agronomía y lidera una serie de proyectos, entre los que destaca un FONDECYT regular adjudicado hace pocos meses que trabajará enfermedades en la vid y un proyecto FIA conducente a la formación de un Banco de Germoplasma de Cítricos para nuestro país. En el pasado, se ha desempeñado en dos ocasiones como presidenta de la Sociedad Chilena de Fitopatología.
Su impecable trayectoria profesional en docencia e investigación la han llevado a ser considerada una de las más reconocidas investigadoras en sanidad vegetal del país, actividades que ahora complementará con la dirección del decanato.
¿Cómo toma el desafío de asumir como la primera decana de la Facultad de Ciencias Agronómicas y de los Alimentos, en un periodo tan inédito además como el que nos encontramos hoy?
En general estamos viviendo un momento con bastantes dificultades. En alguna medida, el estar conectado solo virtualmente obviamente hace que las relaciones personales se pierdan un poco. Esa conversación de pasillo que se requiere en la universidad no se da. Estoy deseosa de que esta pandemia pase para poder volver a contar con esos contactos más personales con los demás académicos y funcionarios, por un lado, y con el contacto directo con los alumnos, aspecto que es primordial en nuestra actividad.
Y aunque el momento es difícil y se requiere tener la energía para volver a darle el vigor que requieren la ejecución y renovación de las actividades de la Facultad, también puede convertirse más en una oportunidad que en un problema. Después de la pandemia yo creo que va a surgir un nuevo país, una nueva PUCV y una nueva Facultad, con más vigor y más ganas de trabajar. En esto soy muy optimista.
¿Cuáles fueron sus motivaciones para postularse como decana?
En general soy una profesora, académica que tiene bastante docencia, investigación y vinculación con el medio. En alguna medida, algo de eso va a aminorar y lo he pensado más que nada porque creo que hay importantes desafíos por llevar a cabo. La Escuela de Agronomía y la Escuela de Alimentos son dos unidades académicas tradicionales, tienen un rol importante en la Universidad. Son bastante antiguas las dos y como Facultad, estamos prontos a cumplir 60 años el 2023, por lo que hay grandes desafíos para volver a impulsar ambas escuelas. Hemos estado un poco alicaídos, incluso desde antes de la pandemia, ya que también nos afectó el estallido social. Así es que, desde este punto de vista, hay que volver a vigorizar a nuestra Facultad de Ciencias Agronómicas y de los Alimentos.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta su gestión en el decanato de la Facultad durante los próximos años?
Un reto es la visibilización de la Facultad. Hay que hacer más manifiesto que la Facultad de Ciencias Agronómicas y de los Alimentos tiene dos Escuelas que están trabajando de forma potente, con interesante docencia y también con destacados proyectos de investigación y vinculación con el medio. Esperamos materializar esto en una página web propia de modo que podamos tener los vínculos a ambas unidades académicas, sobre todo, porque la Facultad también se hace cargo de los programas de Doctorado en Ciencias Agroalimentarias y Magíster en Ciencias Agronómicas y Ambientales.
Aparte de esto, hay que promover más a las Escuelas, activarlas para que vuelvan a tener las vacantes que tenían en general y también, hacer más conexiones. Volver a reactivar los convenios nacionales e internacionales que tienen ambas escuelas a través de la Facultad y también, por supuesto, conectarnos con el Consejo Superior y las autoridades de la Universidad. Creo que esa relación tiene que ser fluida, de calidad y espero contribuir a ello.
Otro desafío que enfrentamos es que ambas Escuelas están conectadas con el programa de Doctorado en Ciencias Agroalimentarias que ha funcionado bastante bien, programa que ya se encuentra acreditado por tres años, por lo que hay que seguir impulsándolo. También queremos empezar a contar con profesores de la Escuela de Alimentos en el Programa de Magíster que tiene la Facultad, en este caso a través de la Escuela de Agronomía y, por otro lado, si la Escuela de Alimentos desea tener su propio programa de magíster, también impulsarlo y ayudar a formarlo. Creo que todo lo que fortalezca la investigación y la vinculación con el medio redunda en una buena docencia.
¿Cuáles son los planes para los próximos años en materia de investigación científica y difusión del conocimiento?
En general, esa es una de las gracias de tener una página web, en donde uno puede tener visible lo que se hace en investigación y los proyectos que se están desarrollando, junto con toda la experiencia de difusión, extensión y vinculación con el medio. Hay profesores que están teniendo varios logros y hay que mostrar más lo que se está haciendo. También es importante que exista otra conexión que refleje los logros de diferentes áreas del saber con las que estamos comprometidos. Si consigo una mayor visibilidad y conexión entre ambas Escuelas, para mí sería un gran logro en estos tres años.
¿Cómo espera que la Facultad impacte en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que les son pertinentes durante el tiempo que usted la dirigirá?
La Facultad de Ciencias Agronómicas y la Escuela de Agronomía hace muchos años decidieron que la sustentabilidad se iba a permear en todos los cursos del pregrado. Posteriormente, en el Magíster de la Escuela se instauró el curso de Sustentabilidad en los Sistemas Agrícolas y además, el Doctorado tiene otro curso de Sustentabilidad en Sistemas Agroindustriales que lo estamos haciendo en conjunto con la Escuela de Alimentos.
La sustentabilidad está permeando todos los grados que existen en las distintas Escuelas de nuestra Facultad, en la docencia e investigación. Esto es el resultado de trabajos de larga data. Por ejemplo, en el área de Sanidad Vegetal, donde estoy inserta, se está trabajando en control biológico desde hace más de 30 años (entomología) y hace más de 20 años (fitopatología), donde hay mucho I+D, tanto en la parte de entomología como en patología. En otras materias, también se ha buscado el desarrollo hacía las buenas prácticas agrícolas, esto último tangible en la Estación Experimental La Palma. Esto fue promovido por la Asociación de exportadores de Chile (ASOEX) a través de Fundación para el desarrollo Frutícola (FDF) y eso se traspasó prácticamente a todo el campo chileno y por supuesto nuestros ex alumnos trabajan hace muchos años con lo abordado en BPA.
Durante la pandemia las universidades del país han debido recurrir a los medios telemáticos para seguir funcionando ¿Cuál es el desafío de enseñar agronomía a través de la virtualidad?
Se ha hecho un esfuerzo grande en introducirnos en las nuevas técnicas y plataformas audiovisuales y en general, diría que ha sido positiva la relación con estas nuevas herramientas. Creo que los profesores rápidamente nos pudimos adaptar al sistema, sobretodo apoyados por la Unidad de Mejoramiento de la Docencia Universitaria (UMDU) PUCV, con todos los cursos y apoyos técnicos que tienen disponibles.
Considerando eso, creo que han habido dos grandes factores positivos: Uno es que los alumnos pueden repasar las clases todas las veces que quieran y eso es una ventaja. Al menos yo hago mis clases sincrónicas, los alumnos participan activamente haciendo preguntas y aclarando dudas y eso queda registrado para todos. La otra gran ventaja es que ¡las pruebas vienen escritas con letra clara! (ríe). Eso es un agrado para la profesora.
Recientemente escuché una entrevista a Humberto Maturana y él decía que justamente esta transmisión que se hace de tú a tú, hace que dos personas adquieran conocimientos que son muy difíciles de asimilar en un grupo grande de alumnos. Esa cosa de pasillo, de conversar, de aclarar aspectos que a veces no se pueden preguntar en una clase, creo que esa riqueza la rescato, ¡Por esto y otras razones, estaré encantada de volver a hacer clases presenciales nuevamente!
Ha desarrollado gran parte de su trayectoria profesional aquí, ¿Cómo sueña la Facultad en unos años más?
En julio cumplo 34 años trabajando en esta Universidad, Escuela y Facultad. Les tengo un gran cariño. He visto a muchas generaciones de profesores ejercer, unos que ya se han retirado, otros se han ido y otros que ya han fallecido, además de ver la formación de muchísimos profesionales. En general, lo bonito de la Universidad, es esa interacción que se da ya sea en la clase, en el laboratorio o en el campo, es una riqueza enorme con la que los profesores siempre nos sentimos confortados. Eso se da tanto en la docencia como en la investigación.
En general, creo que nuestra Facultad es muy importante, agrupa a dos escuelas que tienen importantes logros. A mi Facultad la quiero ver compleja, haciendo todas las labores que hace una universidad tradicional que se ha declarado compleja como la nuestra y además con gran visibilidad en Chile y en el extranjero. Tenemos todo para ser una excelente Facultad, con un gran reconocimiento, pero esas cosas no se dan gratis. Se consiguen con mucho trabajo y a eso he venido, a trabajar para seguir creciendo y, una vez que ya estemos retirados, nos siga llenando de orgullo como le pasa a muchos profesores.
¿Qué mensaje le gustaría enviar a la comunidad de la Facultad tras iniciar su mandato como decana?
El decano es un conector, una persona que incentiva y busca hacer lazos para que sigamos creciendo, así es que lo primero que quisiera hacer es enviar un mensaje de unidad. Uno de los grandes temas para las dos Escuelas que conforman la Facultad es que estemos de acuerdo. Cuando fijamos qué es lo que nos une y cuál es nuestro norte, todo lo demás fluye porque sabemos hacia dónde vamos.
También es importante volver a conectarnos, por todas las cosas que han pasado. En alguna medida se ha perdido una mayor conexión con los ex alumnos de todas las generaciones, en las dos Escuelas. Esa conexión hay que incentivarla. La tuvimos cuando éramos Facultad de Agronomía, pero ahora hay que reencontrarnos como con ambas escuelas.
Además, espero que podamos conectarnos con los alumnos porque hay estudiantes nuevos que todavía no conocen su Escuela y su Facultad. Hay alumnos que han sido realmente muy interesantes en cuanto a sus propuestas e ideas. La savia joven es la que muchas veces trae las nuevas ideas y es fundamental conocernos.
También espero organizar algún evento en que ambas Escuelas nos unamos en una cosa más lúdica, casual. Que sea como una reunión anual en la que haya un paraguas que nos una, por ejemplo, el día de la alimentación y que lo celebremos. Porque no todo es trabajo. También lo son las relaciones interpersonales y el que estemos conectados como escuelas, porque físicamente no lo estamos. Así es que espero que una vez terminada esta pandemia, en algún momento nos tomemos un descanso y celebremos un día especial.